El reloj
alarma sonó a las 07.00 horas.
Don
Edgardo, descorrió la cortina del dormitorio y contempló el día. Era octubre y
el cielo límpido dejaba ver algunas nubes.
Realizó lo
rutinario pues esa mañana debía salir.
Era
importante seleccionar el vestuario para el día y mantener el rostro afeitado.
Utilizaría la corbata azul.
No demoró
mucho en servirse el desayuno y atisbar una vez más por la ventana.
Don Edgardo
llevaba ya muchos años con este ritual, de hecho el mes anterior había cumplido
92 años.
Abandonó la
casa y al cruzar por la calzada se olvidó adonde tenía que ir.
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