3/3/11

MUÑECA




Las enormes pupilas azules, con el sol del atardecer, brillaban como dos luceros en el fondo de la vitrina del bazar. 
Se reflejaba en ellas , como en un espejo el paisaje exterior.
Ahí, en el centro de un sinfín de regalos, se encontraba la hermosa muñeca de loza.
Casi impecable, de no ser por el polvo que cubría su fina ropa de terciopelo azul y encaje blanco.
Dos aureolas rosas adornaban su redondeada y pálida cara, de un color similar eran sus labios que dibujaban una total armonía en su rostro.
Además de su hermosura, lo que más resaltaba en ella, era la melancolía de su mirada y la tristeza de permanecer tanto tiempo inmóvil en el mismo lugar.

En los suburbios, más allá de la avenida, junto al camino desierto, una vivienda pobre , una familia modesta y una pequeña niña que sueña.
Es una niña risueña de no más de nueve años, una niña inquieta y extrovertida que entre la Escuela y los quehaceres de la casa no tiene tiempo para jugar.
Su aspecto desordenado, con los cabellos al viento, da cuenta de heridas en las rodillas de tanto correr sin detenerse.
La niña se detenía cada terde frente a la vitrina del bazar, era una escena cotidiana este diálogo mudo entre la pequeña y la hermosa muñeca de loza.
Los grandes ojos azules de la muñeca hermosa, avivaban su imaginación y despertaban cada día un profundo anhelo de jugar con ella, peinar sus cabellos rizados, sacudir el polvo de sus hombros y acurrucarla junto a su pecho igual como hacen las madres en su tierna maternidad 

Casa atardecer estaba allí, siempre hermosa, al fondo de la vitrina.
Cada día la dulce niña acaricibia desde lejos las mejillas rosadas de la muñeca y con ello , palpitaba su corazón.
Su deseo de tenerla era creciente en su csa pobre, más allá de la avenida.
Así son siempre los sueños de los niños.



Una tarde de invierno, todo se rompió abrupatamente.
Un presentimiento extraño y secreto le invadía mientras aceleraba el paso para llegar al bazar donde una vez más soñaría con sus juegos.
Se confabuló la brisa del invierno, el ajetreo normal de cada día viernes y la soledad de sus juegos infantiles,
La pequeña corrió para llegar pronto a la esquina y encontrarse con esos ojos azules.
El espacio de la muñeca estaba vacío.
Un escalofrío recorrió su cuerpo menudo y un suspiro se ahogó en su garganta, sus dedos temblorosos se retorcieron nerviosamente y dos lágrimas se deslizaron por sus mejillas hasta los labios entreabiertos y secos.
La noche venía lentamente y las luces del barrio se encendían. Los ojos buscaron tristemente el suelo y una ilusión llegaba a su fin.

No muy lejos de allí, otra pequeña niña apresuraba el paso. Su corazón latía fuertemente mientras sus brazos aprisionaban una muñeca de loza.
Los enormes ojos azules y las rosadas mejillas parecían haber encontrado un alma gemela.
Ella había sacudido el polvo de su terciopelo azul y se escuchaba el íntimo murmullo de su voz:
"Mi hermosa muñequita, mi muñequita linda.."
Su joven madre la tomó de la mano, le ajustó el sombrerito rojo y apresuraron el paso para cruzar la calzada.
Su padre la esperaba junto al automóvil plateado y desde allí emprendieron el fugaz viaje.
Sobre la ciudad comenzaba a llover.

1 comentario:

  1. Hola Mario...No había pasado por este blog tuyo. Interesantes trabajos. Me hubiese gustado hablar sobre ello, pero solo hay pantalla y teclado: uno escribe, el otro exhibe. Ninguno habla..............................................

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